La mayor parte de las personas no repara en lo importantes que pueden llegar a ser los seguros hasta que, efectivamente, los necesitan y ya es demasiado tarde. Incluso los hay que cuentan con algunos de ellos y ni siquiera lo saben (porque los llevan asociados) o los rechazan desde el minuto uno porque no entienden lo que de verdad implican. Un ejemplo de esto lo encontramos en el seguro de tarjeta de crédito. De por sí, hay una serie de coberturas con las que se cuenta pero otras no y en un momento en el que los pagos con el móvil o por Internet también están presentes asegurarse pagos seguros es fundamental.

Y es que aunque el uso de las tarjetas de crédito se haya hecho cada vez más popular no hay que perder de vista que también se corren ciertos peligros cuando se operan con éstas, como una protección ante una situación de impago imprevista.

Es cierto que lo ideal es tratar de llevar las cuentas al día pero no lo es menos el hecho de que, en ocasiones, por mucho que una persona trate de organizarse pueden ocurrir eventualidades que hagan que todas sus cuentas se tambaleen. Es aquí donde entraría en juego el seguro de protección de pagos de tarjeta..

Otros tipos de seguros asociados a las tarjetas de crédito son el seguro de accidentes o el seguro de asistencia en viajes. El primero está pensado para prestar cobertura al asegurado en el caso de que ocurra un accidente que lleve desde asistencia sanitaria a un capital en caso de incapacidad o fallecimiento. Eso sí, como en cualquier seguro, conviene leerse la letra pequeña porque aunque pueda haber excepciones este tipo de seguros suelen estar pensados para accidentes que se produzcan en medios de transporte público autorizados para llevar pasajeros.

En el caso del segundo la cobertura se enfoca en asumir riesgos que puedan estar asociados al hecho de estar en una residencia distinta a la habitual siempre que no se supere un máximo de días que, por lo general, suele rondar los tres meses. Aquí entraría la cancelación de un vuelo o la pérdida del equipaje.

Por último también cabe señalar lo peligroso que puede resultar pagar en lugares que no sean seguros. Siempre hay que asegurarse de que se pida la firma o bien que se compruebe que el titular sea el que aparezca en la tarjeta. En el caso de Internet, mejor desconfiar de aquellas web que no tengan un método de pago seguro bien identificado. En la misma barra de la URL suele aparecer un candado si la página web es segura. Saber a quién se compra y desconfiar de gangas excesivas también es buena idea a este respecto.

Fuente: intereconomia.com