La aplicación de los avances tecnológicos a distintos sistemas de los edificios de viviendas permite obtener ventajas para las comunidades de propietarios, tanto de tipo económico, como en cuanto a seguridad y en eficiencia energética.

Los avances tecnológicos han avanzado mucho en cuanto sus aplicaciones en los edificios. Las innovaciones permiten controlar cada vez más funciones del edificio: climatización, iluminación, accesos, alarmas, consumos o averías.

La finalidad esencial de estas tecnologías es mejorar la calidad de vida de los ocupantes de estos edificios, tanto de forma individual, en cada hogar, como en las comunidades de propietarios, y personalizar cada entorno en función de las diferentes necesidades.

La globalización de este proceso es lo que muchos llaman ya la nueva “Revolución Industrial”, relacionada con la digitalización masiva de ciudades enteras, convirtiéndolas en Smart Cities (ciudades inteligentes) gracias la tecnología y el Internet of things (Internet de las cosas), encargada de que todo lo que nos rodea esté conectado a través de la red de redes y, a la vez, interconectado entre sí́.

Eficiencia energética y ahorro

Desde la entrada en vigor del Real Decreto 235/2013, todos los edificios (tanto existentes como de los de nueva construcción), están obligados a presentar una certificación energética. Este documento (que se define tras la realización de una auditoria energética que verifica la eficiencia de sus instalaciones) califica la eficiencia del edificio y le otorga una puntuación que varia según los sistemas aplicados en el inmueble. Los que consiguen la certificación más elevada (A) son los que aplican sistemas inteligentes de monitorización, control y automatización para poder gestionar de forma eficiente la energía.

Actualmente, el mercado ofrece numerosas soluciones para optimizar el uso de la energía y reducir así́ su consumo, ahorrando en costes y en impacto ambiental. Y puede parecer que, por coste, sólo los grandes edificios pueden permitirse este tipo de medidas, sin embargo, los proveedores de servicios tecnológicos aplicados al mercado inmobiliario trabajan cada vez más para hacer de estos avances algo asequible y aplicable en edificios medios e incluso pequeños.

Lograr este tipo de eficiencia en los edificios es fundamental para la sostenibilidad del ecosistema del planeta. Las cifras nos dicen que el 42% de la energía mundial se consume en edificios, y la mayor parte de esta energía (entre el 54% y el 71%) se usa para los sistemas de calefacción, refrigeración e iluminación. Además, en los costes de operación de un edificio, el consumo energético representa entre un 20% y un 30%. Estos porcentajes pueden, a su vez, suponer hasta el 75% del coste del ciclo de vida del inmueble. La correcta gestión y actualización de los sistemas para minimizar el uso de energía puede suponer un elevado ahorro económico en la vida de un edificio.

Seguridad aplicada

Los edificios inteligentes se benefician del aprovechamiento de mecanismos de seguridad avanzados. Ello incluye desde el control de acceso físico hasta vigilancia por vídeo, alarma contra incendios, extinción de fuegos y otras situaciones de emergencia. Pero también incluyen avances  que controlan los propios elementos estructurales de la construcción.

Uno de los descubrimientos más recientes en este ámbito, a cargo de investigadores del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts, una de las diez universidades tecnológicas más importantes del mundo) son los edificios inteligentes capaces de analizar su estructura. El sistema creado analiza las vibraciones ambientales generadas por factores externos (como camiones circulando, por ejemplo) y utiliza esa información para monitorizar daños o tensión estructural. Este modelo informático tiene en cuenta el tamaño del edificio, así como parámetros detallados, como la fuerza y la densidad de sus muros, las losas, las vigas y las escaleras de cada piso.

¿Afectará todo ello a los seguros de Comunidades?

La tecnología nos permite mejorar nuestras vidas y tener mejor información, lo que nos permitirá ser más precisos en la cotización de los riesgos y ofrecer coberturas adaptadas al nuevo entorno.

Los elementos tecnológicos asociados a la seguridad, la prevención de incendios o los derrames vendrán a transformar los criterios de valoración y de relación con las compañías de seguros, automatizando los procesos, acortando los tiempos de respuesta y generando más valor y satisfacción a los cliente”.